Lluvia de estrellas, te decimos cuando y a que hora para que no te la pierdas

Los entusiastas de la astronomía tienen una serie de citas en el cielo este agosto. A la luna llena o superluna de Esturión se suma la lluvia de estrellas de las Perseidas, también llamada Lagrimas de San Lorenzo.

Estos meteoros se pueden ver desde julio y durante casi todo el mes de agosto. Naturalmente, los días de máxima actividad tendrán lugar en la madrugada entre el 11 y el 13 de agosto, con el foco principal el 12.

Según el experto en esta materia de EL MUNDO, Rafael Bachiller, la coincidencia con la luna llena “será desastrosa para la observación de las Perseidas, que tienen su máximo en la noche del día 12, cuando Luna seguirá estando casi llena y, debido a su intenso brillo, blanqueará el fondo del cielo. La mayoría de los meteoros estarán camuflados detrás de esta cortina de luz. Solo las Perseidas más brillantes, mientras arden en nuestra atmósfera, se harán visibles”.

No se requieren instrumentos ópticos como telescopios o binoculares para ver la lluvia de meteoros de las Perseidas. Lo recomendable, eso sí, es trasladarse a un lugar oscuro y donde haya pocos obstáculos como edificios, árboles o montañas. Para una observación más completa y cómoda, se recomienda mirar el cielo tumbado, mirando en dirección contraria a la posición de la Luna.

Para distinguir el paso de meteoros o estrellas fugaces es necesario estar en un lugar sin luces en la superficie y con el cielo lo más despejado posible.

Cuando hay luna llena en el cielo, lo mejor es mirar hacia sectores alejados del satélite, ya que su brillo oscurece las luces fugaces.

Las perseidas parecen venir de la constelación de Perseo. Se producen por el reguero de gases, polvo y escombros que arroja al espacio el cometa Swift-Tuttle, descubierto en 1862.

Cada año en agosto el planeta Tierra cruza la órbita del cometa 109P/Swift-Tuttle, que tiene un período de 133 años y que pasó cerca del Sol por última vez en 1992, señalan desde el Observatorio Astronómico Nacional. Dicha órbita está repleta de partículas pequeñas, liberadas por el cometa en pasos anteriores. Cuando una de estas partículas, que formaron en su día la cola del cometa, entra en la atmósfera terrestre a gran velocidad, la fricción la calienta hasta vaporizarla a gran altura.

Las perseidas son visibles desde todo el hemisferio norte en pleno verano. Las velocidades de estos meteoros pueden superar los 50 kilómetros por segundo.