Un faro al sur de nuestra frontera

A los cinco años, Isabel conoció la oscuridad: no la ausencia de luz, sino esas penumbras que se instalan en un lugar apretado en el pecho de una niña que tiembla entre el miedo y la desesperación.

Isabel no tenía edad ni para estudiar preescolar cuando entró a la fuerza a una red de trata de personas en Cancún, había llegado ahí sin saber hablar español porque en su natal San Mateo Ixtatan, Guatemala, la lengua materna es maya.

Ese pedazo del mundo donde Isabel nació parecía tener un destino manifiesto proclamado por voces cínicas que durante años aseguraron que nada cambiaría: San Mateo Ixtatan, junto con comunidades guatemaltecas como Huehuetenango, serían siempre el cunero de niñas que terminarían en las redes de explotación sexual.
Pero Isabel y un grupo de aliadas y aliados han probado que ninguna historia está redactada por adelantado y que las sobrevivientes tienen derecho a escribir su vida en una hoja en blanco. Hoy, para sorpresa de muchos, Guatemala es un ejemplo de lucha contra el crimen.
Una decidida transformación ocurre desde hace unos años en nuestro país vecino: capacitaciones masivas para policías y jueces, apertura de refugios especializados para víctimas, un nuevo modelo de justicia que sanciona a clientes, no a las víctimas.

El presidente Alejandro Giammattei, el vicepresidente Guillermo Reyes, la magistrada Delia Dávila —junto con más ministros y secretarios de Estado— y Sandy Recinos, titular de la Secretaría contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas (SVET), entre otros funcionarios, han puesto en marcha un plan nacional contra la trata de personas que es un modelo deseable para muchos países incluso en las latitudes más adineradas del mundo.

En marzo tuve el honor de ser testigo de ese plan y una escena, entre muchas, me llenó de esperanza: en las comunidades donde el Estado estuvo ausente por años ahora se pueden ver a las llamadas UNIVET, son unidades móviles que llegan hasta las calles más recónditas para hablar con niñas y adolescentes sobre violencia sexual y trata de personas.

Esos vehículos propagadores de información y esperanza ya recorren la comunidad donde nació Isabel, quien hace 14 años llegó a Fundación Camino a Casa para iniciar su recuperación. Un proceso que alcanzó una nueva meta hace unas semanas, cuando pudo reencontrarse con sus hermanas en el Malecón Tajamar en Cancún, tras pasar tantos años separadas.

Hoy Isabel puede contar que su historia fue escuchada atentamente por el canciller guatemalteco Mario Búcaro, quien ha hecho una promesa para ella y todas las niñas de su país: esta moderna estrategia contra la trata de personas no parará hasta saldar todas las deudas pendientes con víctimas y sobrevivientes.

Bien harían algunas autoridades en México distraídas en perseguir a defensores de derechos humanos en voltear hacia lo que pasa del otro lado del Río Suchiate. Hay un faro en nuestra frontera sur que puede inspirarnos para terminar con la oscuridad que padeció Isabel. Una luz que indica un mejor camino.

ROSI OROZCO
PRESIDENTA DE LA COMISIÓN UNIDOS CONTRA LA TRATA, A.C.
@RosiOrozco