La guerra en Ucrania

Por una #SociedadHorizontal

El pasado 25 de febrero, el ejército ruso invadió el territorio ucraniano con la finalidad de apoderarse de las ciudades de Donest y Lugansk. Las versiones sobre las motivaciones de dichas acciones de guerra, difieren entre los medios de comunicación del este y el occidente.

Más allá del análisis geopolítico de esta intervención armada, vale la pena revisar las posibles afectaciones que estas acciones podrían tener en nuestro país. En materia económica, es claro que se podría retrasar la recuperación, generar afectaciones en el comercio y alterar el precio de los comodities. ¿Tendrá repercusiones en materia política?

Recientemente, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) bajó su estimación de crecimiento económico para el país de 3.3% a 2.3% para 2022. El conflicto ucraniano podría profundizar esta caída.

La prolongación del conflicto armado, podría desacelerar el ritmo de crecimiento global, especialmente por prolongar las afectaciones a las cadenas de suministro, ya fuertemente afectadas durante la pandemia. Dado que Rusia es un importante productor de aluminio y paladio  -usados en los convertidores catalíticos- el conflicto podría afectar las cadenas de producción de la industria automotriz, algo que le pegaría a México, ya de por sí afectado por la falta de semiconductores y los cuellos de botella en las rutas de logística.

Rusia y Ucrania son importantes productores de trigo y maíz, por lo que es probable que el precio internacional de estos productos se incremente, con lo que afectaría la canasta básica. La inflación que mantiene un ritmo de crecimiento inusual en la etapa de la post-pandemia podría mantenerse.

El impacto que tendrá en el precio de los hidrocarburos, también podría incidir en materia de política interna.

El incremento en los precios del petróleo -por encima de los 105 USDlls por barril- parecería una buena noticia para México, ya que implicará mayores ingresos para el sector público. Los ingresos de Pemex por ventas de petróleo al exterior también se incrementarán, ante una plataforma de exportación constante. ¿Es esta una buena noticia? En un primer momento, se cubrirá el hueco que el paquete fiscal para 2022 tiene de origen. Será una “aspirina de origen ruso” para cubrir lo que en el fondo es un desbalance estructural de las finanzas públicas.

El problema es que el incremento en el precio de los hidrocarburos también tiene un lado negativo. El incremento en los precios del petróleo afecta directamente los precios que pagan los consumidores por compra de diesel y gasolina. México es uno de los mayores consumidores de gasolinas importadas -lo son el 70% de las que se consumen en el país – por lo que habrá un impacto en el bolsillo de los mexicanos; de acuerdo con la Administradora de Información de Energía -EIA por sus siglas en inglés- en 2018, el 67% del precio de un galón de gasolina, lo determinaba el comportamiento de los precios del crudo.

El incremento en el precio de las gasolinas afectaría también el costo de los plásticos, aceites, tarifas aéreas y de mercancías en genera, debido al aumento en el costo del transporte. En síntesis, mientras que el gobierno de López Obrador tendrá más dinero para mantener sus programas de gasto social, los consumidores mexicanos se verán afectados en su bolsillo.

El discurso presidencial tendrá un breve respiro. Podrá mantener el gasto por encima de lo que genera tributariamente. Tendrá una excusa para no cumplir su promesa de bajar el precio del gas y la gasolina. Incluso, reforzará sus críticas a la participación privada -nacional e internacional- en materia energética. Al mismo tiempo, la construcción de la refinería de Dos Bocas, tendrá una nueva justificación por la dependencia extranjera que prevalece en materia de gasolinas. El problema es que esto solo será temporal, no permanente.

Es fundamental que la #SociedadHorizontal promueva información consciente, accesible y puntual sobre estos temas. Ha llegado el momento de exigir cuentas sobre la forma en que se gastan nuestros impuestos, acordar nuevos mecanismos de socialización y consenso. ¿Queremos que se inviertan en una refinería para tener gasolinas baratas? O ¿queremos que sea el sector privado quien lo haga, para que estos se destinen a prioridades como alimentación, salud y educación? Debemos priorizar, discutir y decidirlo nos

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