Dejar hacer, dejar pasar

 

 

 

 

 

 

 

 

Un delito es una conducta, recogida en la legislación penal asociada a una sanción penal.

Deja de ser delito, cuando ya no se le puede imponer una sanción o pena a quien lo comete.

Si no hay sanción o pena ya no se debe prohibir.

Lo que no está prohibido está permitido.

Lo que está permitido puede ser promovido a categoría de política pública y contar con recursos gubernamentales para estar al alcance de todos los ciudadanos.

Los programas que conforman las políticas públicas son una obligación a realizar para las instancias gubernamentales, con metas numéricas a alcanzar trimestralmente.

¿Ya entendimos, entonces, la trascendencia de la despenalización del aborto, aun cuando los ministros de la SCJN aducen que no buscan con ello establecer el derecho al aborto?

LOS RESPONSABLES

Nosotros somos los responsables. Los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, son sólo instrumentos, pero los responsables de haberlo permitido somos nosotros, los pro-vida, los católicos, evangélicos, apostólicos, mormones y fieles de todas las denominaciones religiosas cristianas, así como aquellos pro-vida no cristianos, pero al igual que nosotros, entes pasivos y timoratos.

Estamos insertos en el mundo, pero no podemos aislarnos del mundo.

Caminamos entre lobos, así que debemos ser astutos, no pasivos ni permisivos.

La oración no es suficiente, porque Dios no va a bajar a resolver lo que nosotros podemos resolver, lo que está en nuestras manos, lo que nos toca a nosotros.

Así que oremos en la intimidad de nuestras casas y en nuestras iglesias, pero salgamos a la calle a dar la batalla, a defender, a confrontar, a promover, a transformar.

Ya no son tiempos de debate, posicionamientos, discursos o marchas, eso debió hacerse antes.

Ha llegado la hora de la acción, en lo jurídico y en lo electoral

Todo cristiano debe tener en mente que debemos impulsar a nuestros mejores hombres y mujeres a las posiciones en donde se toman las decisiones.

Necesitamos personajes comprometidos que lleguen a las diputaciones locales, federales, senadurías, gubernaturas, tribunales, juzgados y a todo lugar en donde se tomen decisiones trascendentes para la vida de nuestro municipio, estado o país.

No requerimos el permiso de ninguna jerarquía, ministro, o personaje alguno dedicado a la espiritualidad, porque como laicos podemos organizarnos, enlazarnos, fortalecernos y construir alternativas ciudadanas atractivas, viables, en un gran frente ganador por las vías impuestas por el mundo.

Hasta hoy, ha triunfado la pasividad, el desánimo, el desfogue en redes sociales, sin entender que para que algo adquiera movimiento, tiene que haber una fuerza que lo mueva y es la hora de armar el motor que mueva a México.

La lucha debe darse desde los frentes jurídico, político, electoral y social, no sentados desde los celulares.

La aberración aprobada por los ministros de la SCJN traerá un efecto dominó de efectos devastadores, un genocidio silencioso, del que debemos sentirnos cómplices por nuestro silencio.

 

 

 

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