¿Cuándo chocará Andrómeda con nuestra galaxia?

Los astrónomos sospechan desde hace tiempo que la Vía Láctea, nuestra galaxia, y su vecina más cercana, Andrómeda, chocarán irremediablemente. Una brutal colisión que cambiará para siempre el aspecto del cielo.

Pero quizás sea diferente a cómo se creía hasta ahora. A partir de los datos del satélite Gaia de la Agencia Espacial Europea (ESA), los investigadores han llegado a la conclusión de que nuestra vecina nos tocará de refilón en vez de colisionar de frente.

Además, esto no sucederá en 3.900 millones de años, como se suponía, sino en 4.500 millones: unos 600 millones de años más tarde de lo previsto. El Universo nos concede algo más de tiempo.

El Grupo Local es un vasto conjunto de galaxias, entre las que se encuentra nuestra Vía Láctea, Andrómeda (M31) y la del Triángulo (M33), que conforman la mayor parte de la masa del grupo. Las dos galaxias espirales, con forma de disco, se hallan a una distancia de nosotros de entre 2,5 y 3 millones de años luz, y se encuentran lo bastante cerca entre sí como para interactuar.

Según explican los investigadores en la revista «The Astrophysical Journal», las órbitas de estas dos galaxias vecinas han ido cambiando a lo largo del tiempo.

Había dos posibilidades: o bien la galaxia del Triángulo se encuentra en una órbita increíblemente larga, de 6.000 millones de años, alrededor de Andrómeda, pero ya ha caído en ella en el pasado, o bien esta es la primera vez que lo está haciendo. Cada escenario refleja un trayecto orbital distinto, que implicaría una historia de formación y un futuro diferente para cada galaxia.

El movimiento de las estrellas

Mientras que el telescopio espacial Hubble ha obtenido la vista más nítida jamás lograda de Andrómeda y el Triángulo, Gaia está cumpliendo otra misión: medir la posición individual y el movimiento de muchas de sus estrellas con una precisión inédita.

«Hemos rastreado los datos de Gaia e identificado miles de estrellas en las dos galaxias, para después estudiar su movimiento dentro de estas», apunta Mark Farda, del Instituto de Ciencia sobre Telescopios Espaciales (STScI) de Baltimore (Estados Unidos) y coautor del estudio.

«Aunque el principal objetivo de Gaia es estudiar la Vía Láctea, es lo bastante potente como para detectar estrellas especialmente brillantes y masivas en regiones cercanas de formación estelar, incluso en galaxias más allá de la nuestra», añade.

Los movimientos estelares medidos por Gaia no solo muestran el desplazamiento por el espacio de estas galaxias, sino también cómo cada una de ellas rota sobre su propio eje. Hace un siglo, cuando los astrónomos empezaron a comprender la naturaleza de las galaxias, la medición de su rotación era imposible con los telescopios disponibles en aquel momento.

Ahora, por primera vez, los investigadores han podido medir la rotación de M31 y M33 en el firmamento. «Los astrónomos solían ver las galaxias como mundos agrupados que no podían constituir ‘islas’ independientes, pero ahora sabemos que no es así. Hemos necesitado 100 años y contar con Gaia para poder medir la minúscula velocidad de rotación real de nuestra vecina galáctica, M31. Esto nos va a ayudar a conocer mejor la naturaleza de las galaxias», afirma Roeland van der Marel, del Instituto de Ciencia sobre Telescopios Espaciales (STScI) de Baltimore (Estados Unidos), y autor principal del estudio del que se desprende esta información.

La ruta orbital

Al combinar las observaciones existentes con el nuevo lanzamiento de datos de Gaia, los investigadores han podido determinar el movimiento de Andrómeda y el Triángulo a través del espacio, así como calcular la ruta orbital de cada galaxia tanto atrás como adelante en el tiempo durante miles de millones de años.

«Las velocidades encontradas muestran que M33 no puede hallarse en una larga órbita alrededor de M31 -advierte Ekta Patel, de la Universidad de Arizona (Estados Unidos) y coautor del estudio-. Todos nuestros modelos implican que M33 debe de estar empezando a caer en M31».

Por ese motivo, a pesar de que la Vía Láctea y Andrómeda aún están destinadas a colisionar y fusionarse, es probable que tanto el momento como el grado de destrucción de esta interacción sea distinto de lo esperado.

Andrómeda

El movimiento de Andrómeda difiere en cierta medida de las estimaciones anteriores, así que, según las conclusiones del estudio, es muy posible que esta galaxia toque de refilón a la Vía Láctea, en lugar de chocar de frente. Esto ocurrirá en 4.500 millones de años, unos 600 millones de años más tarde de lo previsto.

Timo Prusti, científico del proyecto Gaia de la ESA, cree que este hallazgo es crucial para nuestra comprensión de la evolución e interacción de las galaxias.

«Hemos visto fenómenos poco comunes tanto en M31 como en M33, como formas irregulares en flujos y colas de estrellas y gas. Si las galaxias no se han unido hasta ahora, estos fenómenos no pueden deberse a las fuerzas desencadenadas durante una fusión. Quizá se formaran por la interacción con otras galaxias, o mediante dinámicas de gas en el interior de las propias galaxias», señala.

Los investigadores esperan que las observaciones de Gaia ayuden a realizar mediciones cada vez más precisas sobre la estructura y las dinámicas de las galaxias más allá de la nuestra.

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