Venezuela, otra oportunidad

En los últimos siete años el gobierno y la oposición venezolana se han encontrado en cinco ocasiones para negociar una salida a la crisis política, económica y social que vive el país. Las cuatro anteriores han fracasado de manera rotunda.

La quinta, que inició en la Ciudad de México el viernes pasado, ha sido recibida con escepticismo por la sociedad venezolana. Félix Seijas, director de la encuestadora Delphos, plantea que sus investigaciones cualitativas se sintetizan en una frase: “Chavistas y opositores pónganse de acuerdo”.

Y también que la gran mayoría de los venezolanos quiere “salidas pacíficas”. La sociedad, añade, ve con buenos ojos el diálogo, pero “tiene claro que el Gobierno de Maduro es más fuerte y tiene ventaja. Esa desigualdad de condiciones fundamenta el pesimismo de muchas personas.”

Por parte de la oposición participan los cuatro más importantes partidos: Acción Democrática, Primero Justicia, Voluntad Popular y Un Nuevo Tiempo, lo que se conoce como el G4. Hay otras fuerzas políticas más pequeños, pero no están representadas.

La oposición está fragmentada. Es su más importante debilidad, aunque ahora se les ve más unidos que en otras ocasiones. Juan Guaidó, reconocido todavía como presidente interino por muchos países, ha dicho que en la oposición ahora “hay unidad para enfrentar los procesos que vienen en la negociación”.

La mediación, por acuerdo de las partes, está en manos de Noruega, y participan como acompañantes Rusia y Holanda. Las posiciones de inicio son claras. El gobierno quiere se levanten las sanciones económicas internacionales y la oposición exige garantías, para que las elecciones sean realmente tales en las regionales del próximo noviembre y en las presidenciales de 2024.

El punto final del proceso de negociación es cómo restaurar el orden institucional democrático. En la Venezuela de hoy no hay ninguna institución elegida por esta vía. Aquí está la base de la actual crisis. Si esto no se logra, la situación seguirá siendo la misma. Quien sufre el estado de cosas es la población. En los últimos diez años han salido del país cuatro millones de venezolanos en busca de mejores condiciones de vida.

En el Museo de Antropología, el viernes por la tarde, el gobierno y la oposición acordaron la agenda y las reglas del juego. El diálogo se rige bajo el principio de que “nada está acordado hasta que todo lo esté”, pero “las partes podrán celebrar acuerdos parciales si consideran que el o los temas sobre los que versen han sido suficientemente discutidos y si su implementación es urgente, necesaria o, al menos, verificable antes del término de la negociación”.

El memorándum, firmado por las partes, fija siete prioridades: “Derechos políticos para todos; garantías electorales para todos y cronograma electoral para elecciones observables; levantamiento de sanciones y restauración de derecho a activos; respeto al Estado Constitucional de Derecho; convivencia política y social, renuncia a la violencia y reparación de las víctimas de la violencia; protección de la economía nacional y medidas de protección social al pueblo venezolano; garantías de implementación, seguimiento y verificación de lo acordado”.

Quien actúa como mediador del proceso, el diplomático noruego Dag Nylander, subrayó al final del primer encuentro, que “la crisis en Venezuela solo puede ser resuelta por los propios actores políticos venezolanos” y que “el resultado dependerá de estos actores políticos, nadie más”. La sociedad venezolana y la comunidad internacional están atentos a lo que pueda resultar de este proceso. La crisis política, económica, pero sobre todo social de Venezuela, exige que las partes se pongan de acuerdo, para sacar al país de la situación en la que ahora se encuentra.

 

Twitter: @RubenAguilar

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