“La justicia no espera ningún apremio”

 

Por: Daniel Vergara.

 

Rodrigo Lara Bonilla, fue un político, diplomático y abogado colombiano que  ocupó varios cargos públicos como congresista y diplomático, fue nombrado ministro de justicia durante el gobierno del presidente Belisario Betancur, en el año de 1983, compromiso desde el cual persiguió a los narcotraficantes del Cartel de Medellín, incluyendo al mismo Pablo Escobar.

 

El ex ministro de justica Rodrigo Lara Bonilla, representó la lucha contra la delincuencia   organizada en Colombia en los años ochenta, fue asesinado por sicarios bajo las órdenes de Escobar, el 30 de abril de 1984, cuando se dirigía a su casa en Bogotá.

 

Su muerte personificó el inicio de una guerra sin cuartel entre el estado colombiano y los grupos de narcotraficantes que se extendería por más de una década.

 

Asesinaron al hombre, no al símbolo. El símbolo vivió por su lucha incontenible contra del crimen organizado. Lo que siempre anhelo el ex ministro de justicia fue abatir a la delincuencia organizada, situación que lo llevo a señalar sin temor alguno de forma directa al ex capo colombiano, como líder de Cartel de Medellín y que incluso se había infiltrado dentro del congreso con cargo público.

 

Estas acusaciones y su forma incorruptible lo llevaron hasta su muerte por ser un obstáculo para el crimen organizado que pretendían separarlo como ministro de justicia, haciendo distinción al referido compromiso.

 

En vista de que la palabra “ministro” viene del latín minister; que significa sirviente.

 

Si a alguien le sorprende que hoy llamemos ministros en nuestro país a los representantes de nuestra Suprema Corte de Justicia, queremos hacer la referencia que la palabra en latín simboliza criado o servidor, uno que está “en lo mínimo” y la razón es la siguiente.

 

En la antigua Roma los cargos de la política los ejercían magistrados elegidos por los ciudadanos para un año. Esto fue así no sólo en los cinco siglos de sistema republicano, sino también en el siguientes años I, II y III d. C., en que, aunque había emperadores en la cúpula del poder, se permitían elecciones para los restantes cargos políticos.

 

Pero ya en los siglos IV y V d. C; el emperador se convirtió de hecho en una especie de monarca absoluto y prescindió en gran medida de políticos electos. Formaba su gabinete de gobierno echando mano de sus servidores y criados de confianza, sus “ministros“, que se ocupaban de los distintos campos de la gestión.

 

Estos ministri, muchas veces eran libertos imperiales, funcionarios soberanos que gozaban de la extrema confianza del emperador y la legislación romana de la época los llamaba tanto ministri, como ministeriales.

 

De ahí, que después las monarquías medievales lo que hereden es el concepto de minister bajoimperial,  que hace referencia al servidor y gestor de un monarca que forma parte de su gabinete de gobierno.

Y posteriormente la evolución al sentido moderno de la palabra, para designar a los individuos que dirigen cada departamento en que se divide la gobernación de un estado.

 

Tomando como antecedente histórico lo antes comentado la palabra del latín minister, viene de manus, que no solo significa mano en su sentido propio, sino también en el figurado; aquel que ayuda, que sirve.

 

No obstante, en nuestro México, son diversas las funciones  de un  ministro de justicia, al de Colombia,  pero refiero que para los integrantes de nuestra Suprema Corte de Justicia de la Nación, el origen de la palabra etimológica es el mismo, y el propósito de los funcionarios públicos no debe cambiar.

 

La palabra ministro que tan bien simbolizó Rodrigo Lara durante su encargo, lo perpetró sin acallar sus argumentos, inclusive en contra de unos de los delincuentes  más peligros de aquella época a nivel mundial.

 

Nos lleva a la remembranza historia de la lucha contra aquellos fenómenos e individuos que amenazan la paz, la democracia y la estabilidad de la sociedad.

 

Lo cual abre a debate la interrogante, de por qué el ministro presidente de nuestra Suprema Corte de Justicia de la Nación; Arturo Zaldívar Lelo Larrea, expresó las medidas que desde su posición tomaría en relación a la controversia generada por la ampliación de su mandato al frente de  nuestro máximo tribunal.

 

Esto generado por el contenido del artículo decimotercero transitorio de la reforma constitucional al Poder Judicial de la Federación.

 

Medidas que refirió con manifestaciones jurídicamente poco sostenibles ante la anticonstitucionalidad del alusivo transitorio, recordándole al ministril presidente de la corte, el actuar de Rodrigo Lara Bonilla, no en relación a sus desempeños por ser distantes los encargos, pero sí en analogía, a la forma en que se condujo durante su mandato de ministro de justicia de Colombia.

 

Conmemorando que Lara Bonilla, enalteció la voz cuando el crimen organizado irrumpió en el congreso de su país, y no es permisible que en nuestro México, los caprichos de forma continua del titular del ejecutivo, quieren entrometerse en las funciones que meramente le corresponden  al poder que usted debe representar con dignidad,  que un minister debe hacer aquello que su deber le dicta, cualesquiera que sean las consecuencias personales, los obstáculos, el peligro o la presión.

 

“El hombre justo no es aquel que no comete ninguna injusticia, si no el  que pudiendo ser injusto no quiere serlo”.

 

Menandro de Atenas

 

Lic. Daniel Vergara Arias.

Abogado Penalista, especialista en Derechos Humanos.

@DanielV13802115

 

 

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