Miles de elecciones

Son miles las elecciones que se celebran el seis de junio. De manera precisa 3,501. Están en disputa 15 gubernaturas, 500 diputaciones federales, 1923 alcaldías y 1063 diputaciones locales en 30 de los estados.

 

Cada una de estas elecciones responde a una realidad y a una problemática muy específica. No se vota por una autoridad única, para todo el país como es la presidencia de la República.

 

Cada estado, cada distrito para una diputación federal, cada distrito para una diputación al congreso local y cada municipio tienen sus propias características.

 

El presidente López Obrador que fue clave, para impulsar a los candidatos de Morena en la elección de 2018 no va a estar en la boleta y eso se va a sentir.

 

Los partidos que participan en la contienda ahora agrupados en dos grandes frentes, de un lado Morena-PT-PVEM y de otro lado PAN-PRI-PRD, deben ser conscientes de esta realidad.

 

No hay una campaña nacional y sí 3,501 campañas locales. ¿Esto qué implica? De entrada, el diseño de ese número de procesos locales. No es lo mismo el Estado de Sonora, que Nuevo León o San Luis Potosí.

 

Y tampoco es lo mismo los distritos electorales federales de Chiapas o Sonora a los de Querétaro o Guanajuato. Y tampoco los distritos locales de esos y otros estados.

 

Son muy diversas las peculiaridades de las alcaldías en disputa en Campeche o en Sinaloa a las de Baja California o Aguascalientes.

 

En cada uno de estos puntos de la geografía nacional hay características que les son muy propias, tradiciones políticas distintas, maneras diversas de cómo los ha golpeado la pandemia en el ámbito de la salud y de la economía.

 

Desde ese horizonte hay que considerar tres aspectos fundamentales: el perfil idóneo de él o la candidata, los temas que se deben plantear en la campaña y la manera de hacerlo.

 

El éxito electoral en cada uno de estos espacios donde habrá elecciones deriva de la manera en cómo se resuelvan y articulen los tres elementos mencionados.

 

La campaña electoral que acaba de pasar en Estados Unidos, aunque fue por la presidencia, puede servir de ejemplo, para comprender mejor cómo se deben tratar los temas a los que se ha hecho referencia.

 

Biden entendió muy bien que en las actuales condiciones de su país tenía que proponer en la vicepresidencia a una mujer y que está, además, debería ser de una minoría étnica. De ahí haber elegido a Kamala Harris.

 

Le quedó también claro que debería articular un discurso de propuesta ante los problemas de su país; los efectos de la pandemia y la crisis económica.

 

La polarización y la confrontación a la que llamaba el candidato Trump no encontró eco en la manera como Biden construyó y presentó su discurso.

 

En cada una de las 3,501 elecciones que tendrán lugar el próximo junio, los partidos y las coaliciones a las que pertenecen deben saber elegir al candidato no que ellos quieren, sino el que demandan los electores.

 

Y están obligados a articular un discurso que responda a las expectativas de la población, que realmente les diga algo, despierte expectativa y esperanza y también deben tener un cuidado especial en las formas que va a utilizar para envolver su discurso y comunicarse.

 

Twitter: @RubenAguilar

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