Dos años de culpas, pretextos e indolencia

Hay un dicho muy mexicano que reza “No me ayudes compadre” así debió decirle ayer el Presidente López Obrador a su señora esposa Beatriz Gutiérrez, quien esta semana en pleno día de su enésimo festejo de triunfo electoral e informe de pseudo resultados, estuvo en el ojo del huracán por mostrar de nuevo ese rostro indolente y lejano de empatía con causas que nos moverían a cualquier ciudadano; una vez más las benditas redes sociales exhiben la intolerancia y pésimas formas de una nueva clase política que se esmera en demostrar que el momento les ha quedado muy pero muy grande.

Dos años han pasado de aquel triunfo que encumbró a un gobierno de izquierda en el poder de la nación mexicana, una izquierda que aún se siente oposición, que no entiende su nuevo rol y se escuda en su líder para todo, una izquierda que se dice austera y esconde sus riquezas, sus casas, sus lujos y sus excesos, esa izquierda que cobra y vive con opulencia, esa nueva izquierda lopezobradoriana. Esa que hoy hace de las suyas y vive de culpar al pasado.

Y es justo ese pasado al que tanto culpa el Presidente el que hoy lo mantiene a flote, ese neoliberalismo al que tanto se culpa es el que dejó los cimientos de un presente que no ha colapsado, justo por los cimientos económicos y prestigio internacional ganado años atrás, son los que hoy le salvan la página al actual gobierno, esos conservadores del pasado son los molinos con los que pelea este gobierno que no termina por arrancar, un gobierno que no muestra los arrestos de aquel eufórico candidato de hace dos años.

Lejanos están esos días de tremenda aceptación y esperanza generadas tras la victoria de 2018, si bien la aceptación aún conserva un margen amplio, la esperanza que generaba Andrés Manuel cada día va en picada y no se ve como se detenga, y lo peor es que no se vislumbran cambios ni en el proceder presidencial ni en las políticas públicas que emanan de palacio nacional. Hoy los retos se acumulan con las deudas en estos dos años.

En suma, este gobierno no ha disminuido la inseguridad y estamos con los peores niveles en esa sensible materia y no se ve para cuando algo cambie; de igual forma, la actual pandemia desnudó la terrible crisis en el sector salud, aún ahora hay quejas por falta de insumos y que decir de las carencias en muchas enfermedades y padecimientos, sino que le pregunten a la Sra. del Presidente quien es noticia por su indolencia con muchas familias mexicanas. Mención especial merece la ineficacia con que se ha enfrentado la crisis económica de la cual apenas estamos viendo los albores, y que amenaza con ser de proporciones catastróficas para casi todos los sectores de la población.

Ya por último hablemos de ese bastión moral de AMLO el combate a la corrupción quien hoy brilla por su ausencia y está sentando sus reales en integrantes del gabinete presidencial, a saber: Bartlett, Nahle y la antes omnipresente Irma Eréndira Sandoval que pasó de ser ajonjolí de todos los moles a ocupar un lugar lejano y oscuro en la mesa presidencial.

Estos dos años dejan más deudas que resultados, y se debe de dejar de mirar al pasado, si bien el presente es oscuro y con poco por presumir, si no hay un viraje o corrección del rumbo, el futuro es poco alentador para un gobierno plagado de lo mismo con los mismos pero llenos de pretextos, nuevos ricos e indolencia.

José Alberto González Aguilar

@Tobetogonzalez

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