¿Pensar en el Covid-19?

Como especie consciente de su existencia, la humanidad ha intentado de infinitas formas justificar su presencia y dominio en esta diminuta intersección cósmica de tiempo, espacio y gravedad, a la que llamamos realidad.

Producto de ello, ya sea por influencia política, religiosa o científica, las bases de nuestro sistema de creencias, han ido modificándose con el paso de los siglos.

La propia ciencia -que se expresa con una voz autoritaria e irrefutable en nuestros tiempos- ha cambiado de parecer en múltiples ocasiones, pareciéndose a veces a las religiones, con sus propios misterios -el del origen de la vida, por ejemplo-,  sus santos, sus mandamientos y hasta sus fanáticos.

Sin embargo, hay algo en la ciencia -al igual que en algunas tradiciones filosóficas de oriente- que la mantiene vigente y útil, y es; su principio fundamental de cuestionarlo todo. Es este fundamento, -cuando es parte de la dinámica social- lo que hace más rápidos los avances en torno al entendimiento de nuestra cosmogonía.

Es así como la ciencia ha llegado a su entendimiento más complejo, el cual recae en una rama de la física que se contrapone a todos los principios newtonianos del comportamiento de la materia y la energía; la física cuántica.

Esta área de conocimiento, intenta descifrar la vida subatómica y busca entender, desde su parte esencial, la manera en que se conforma nuestra existencia y las leyes la rigen. En el mundo cuántico, la idea de lo material parece esfumarse; los átomos por ejemplo, se componen principalmente por espacio vacío (99.99%) o mejor dicho energía, que por propia materia. Lo que nos hace concluir que estamos conformados principalmente de energía, (campo energético) que de materia física.

Para colmo de los propios fundamentos científicos, el principio que rige al mundo cuántico es la indeterminación, es decir, el no tener certeza en dónde ni en qué momento se desarrollará un suceso subatómico. Por el contrario, lo que determina la manifestación ya sea en onda (energía) o partícula (materia) de una cosa o fenómeno, es la observación y/o consciencia. (Véase el experimento de la doble rendija).

En otras palabras, lo que la física cuántica nos aporta como conocimiento substancial, es que todo aquello a lo que prestamos nuestra atención, es modificado. Y éste descubrimiento hace que mente y materia ya no puedan ser considerados cosas distintas, porque hoy sabemos que la mente ejerce cambios en la realidad material.

Son pues nuestros pensamientos, cargas energéticas en el campo cuántico de las posibilidades, que atraen magnéticamente ciertas circunstancias en la vida.

Los pensamientos son poderosísimos ya que ellos generan estados emocionales en nosotros y los estados emocionales repercuten en nuestro cuerpo y también nos hacen actuar de determinada forma, y son nuestras acciones las que cuentan a la hora de construir nuestra realidad personal.

Todo esto que es tan complejo y que intento ingenuamente explicar a través de un artículo de opinión, viene al caso por la crisis sanitaria que estamos atravesando. Se respira mucho miedo y frustración social a causa de la pandemia, la cuarentena y sus efectos negativos en la economía. Le hemos dado demasiado poder en nuestras mentes y por consecuencia cuántica estamos materializando todo ese miedo en nosotros mismos y en nuestra realidad.

Tomemos todas las precauciones que indiquen las autoridades, fortalezcamos nuestro sistema inmune, busquemos donde se encuentra nuestra oportunidad en esta crisis, enfoquémonos en lo que podemos hacer para salir fortalecidos de ella y dejemos de actuar con base en el miedo. Que si bien, puede ser de gran ayuda en momentos críticos, nunca en la historia ha sido buen consejero para el largo plazo.

Director de información y Noticieros de Heraldo de México Televisión

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