Las extrañezas del Covid-19

Para no caer en el sospechosismo ni en la cultura del complot per se, sólo expondré los hechos, sin hacer ninguna conclusión al respecto

Confieso que no soy adepto a las teorías de conspiración, ni me inclino por en análisis de ficciones políticas, sin embargo hay hechos dentro de todo este pendémico contexto que desde hace tiempo no dejan de rondar por mi cabeza.

Para no caer en el sospechosismo ni en la cultura del complot per se, sólo expondré los hechos, sin hacer ninguna conclusión al respecto, porque sé que quien se tome la molestia de leer una columna de opinión, tiene los elementos suficientes para llegar a las propias deducciones.

Para comenzar, llama poderosamente mi atención en lugar donde comenzó todo. Wuhan es una ciudad que tiene 3 mil 500 años de antigüedad y se encuentra dentro de las diez metrópolis más importante de China. Es conocida como la capital financiera, comercial y educativa de China, cuenta con más de 350 institutos de investigación, mil 673 empresas de alta tecnología y múltiples institutos educativos donde destaca la Universidad de Wuhan que está ranqueada dentro de las tres más destacadas de toda la china continental.

Es decir, el virus NO comenzó en un pueblito sucio sobrepoblado donde sus habitantes viven en la pobreza y su dieta se basa en sopa de murciélago. Por el contrario, Wuhan es conocida como el Detroit de Asia, ya que su fuerza laboral fabrica cerca de tres millones de automóviles al año. De hecho la caída estrepitosa del petróleo y la justa entre Arabia Saudita y Rusia, fue producto de la caída en la producción automotriz.
Otra de los datos que saltan en mi cabeza es el de los paises más afectados por el virus, donde destacan China e Irán con cifras de mortalidad de 4 y 6 mil defunciones respectivamente, y los miembros más importantes de la Unión Europea; Italia, España, Francia y Alemania los cuales todos en paquete suman cerca de 24 mil defunciones. Estados Unidos ocupa en este rango el séptimo lugar con poco más de 3 mil.

Poniendo a este último país (Estados Unidos) como ejemplo, lo que me sorprende de sobre manera es que a pesar de que los registros van en aumento, las cifras no llegan a considerarse datos estadísticos. Me explico; según la organización panamericana de la salud, en el vecino país del norte, cada año mueren 2 millones 293 mil 468 personas, de las cuales el 10% muere sólo por causa de enfermedades respiratorias, lo que nos da un número de 19 mil 112 defunciones por mes únicamente por esta causa, el cual es un número mucho más contundente que las propias cifras del Covid19. El mayor número de decesos también se presenta -de manera lógica- en adultos mayores y personas donde se conjugan otro tipo de padecimientos crónicos.

En México se cometieron en el primer bimestre del año, 5 mil 751 asesinatos según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, lo que a ese ritmo redundará en 10 mil asesinatos par el primer cuatrimestre, los que comparados con los 406 por covid19, se puede deducir que en este país al día de hoy tenemos problemas mucho más profundos.

Advierto que estos argumentos por ningún motivo pretenden desestimar la gravedad de la pandemia, pero es evidente que si no se toman medidas contracíclicas de apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas y se restaura a la mayor velocidad posible la normalidad económica, el escenario puede tornarse indeseable y de repercusiones mayores a las del propio virus, ya que el impacto según cifras de la OCDE puede llegar al 30% del PIB a precios constantes, lo que se traduce en sectores económicos paralizados, cierre de empresas, pérdida de empleos, aumento de  la actividad criminal entre muchas otras consecuencias de índole negativa.
Volver a la normalidad implica también cierta responsabilidad de nuestra parte, tomar las medidas sanitarias adecuadas para esta y futuras pandemias, incorporarnos de manera decidida a la economía circular y a fortalecer nuestra economía comprando productos mexicanos en establecimientos mexicanos y después de ésta cuarentena visitar nuestros envidiables destinos turísticos.

Julio Sotelo,  presidente de la Academia Nacional de Medicina y Premio Nacional de Ciencias y Artes 2001, expresaba en un artículo en la revista Nexos en 2002, cuando hablaba de las guerras biológicas y afirmaba que no debemos tener la impresión de que nos encontramos indefensos ante el peligro que entraña un arma microbiológica.

El hombre, afirma Sotelo, ha vivido siempre en contacto con epidemias, enfermedades transmisibles y patógenos del ambiente y posee una serie de experiencias y conocimientos que le han permitido sobrevivir y conquistar paso a paso las enfermedades infecciosas. La educación en salud, las medidas preventivas, la sanidad del ambiente y el progreso en las condiciones básicas de vida son la mejor y más efectiva arma contra las enfermedades infecciosas y la mejor barrera para contener una epidemia natural o provocada.
El miedo es el virus más letal, ya decía Ibn Sina, médico y filósofo persa, considerado uno de los padres de la medicina moderna, que la imaginación es la mitad de la enfermedad; la tranquilidad la mitad del remedio y la paciencia el principio de la cura.

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