#CadenaVerde – La congruencia de los gobernantes ante #COVID19

Andrés Manuel López Obrador merece ser criticado por su actuación y declaraciones ante la pandemia, pero nosotros como  mexicanos tendremos que mantenernos unidos para superar este desafío sanitario.

Mientras el brote del virus se declaraba una pandemia y las naciones anunciaban cuarentenas obligatorias, cancelaban los vuelos y cerraban las fronteras, Hace dos semanas, cuando la virulencia de la enfermedad ya era evidente, el presidente sugirió que  deberíamos de seguir abrazándonos, condenando el distanciamiento social: “Hay quienes dicen que por lo del coronavirus no hay que abrazarse. Pero hay que abrazarse, no pasa nada”. Pocos días después fue tras sus oponentes, a quienes llama los “conservadores”: “Quieren que nos infectemos. Yo estoy deseando que eso no pase, pero los conservadores quisieran, para echarnos la culpa de todo”. Posteriormente se volvió aún más desafiante. “No nos van a hacer nada los infortunios, las pandemias, nada de eso”. Por si fuera poco, el Gobernador de Puebla fiel al estilo morenista se sumó a este tipo de frases pandémicas, señalando que “Si son ricos tienen riesgo, los pobres estamos inmunes”, además de lo dicho constantemente por el Sub Secretario de Salud, López Gatell “No tiene fuerza el contagio, porque tiene fuerza moral “, “Sólo morirán el 2% de los mexicanos” y “Es mejor enfermar a 100 niños que a uno “.

Lo anterior es un descarado desprecio por las medidas de precaución ante una pandemia severa y una falta de responsabilidad democrática y humanitaria, en donde el presidente también se está poniendo a sí mismo y al país en peligro (Escenario que no nos conviene a pesar de que pareciera que sería un gran momento de expiación). Cabe señalar que López Obrador tiene 66 años. Sufrió un infarto hace siete años. Él es la definición misma de una persona que enfrenta un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad grave si se infecta. Durante la desgarradora experiencia de China con el virus, más de 13% de las personas mayores con antecedentes de enfermedades cardiovasculares han muerto.

Si bien es cierto nuestro país está por debajo de Europa y Estados Unidos en sus índices de infección por coronavirus por el momento, pero el número de casos está aumentando de manera firme. El gobierno no ha tomado medidas drásticas ni en cuanto a los viajes ni en cuanto al trabajo, con el argumento de los enormes retos económicos ante el hundimiento del peso y las restricciones de la Casa Blanca a los cruces en la frontera con México. A manera de desgaste social López Obrador continúa haciendo comentarios incoherentes y frívolos como los antes citados para alentar su ideología que ha marcado su llamada cuarta transformación que no es más que una triste comedia de la realidad en la que vivimos en el país, a diferencia de la congruencia de un buen gobierno con la que se están manejando sus homónimos, presidentes de América, empezando por Nayib Bukele, presidente del Salvador y ya ni decir de Justin Trudeau en Canadá.

Aunado a esto nuestro presidente al parecer también piensa que tenemos suficiente dinero para invertir en salud porque según los datos de él, tienen fondos, por hasta 400,000 millones de pesos. Cuando el análisis y la percepción internacional nos señala que el Estado mexicano prácticamente no existe y nos haría bien darnos cuenta pues, en caso de que se presente una emergencia en salud, y habrá que hacer un llamado la comunidad internacional que deberá estar preparada para solidarizarse. Muchos países no tienen recursos para dar batalla al COVID-19 y necesitarán ayuda, no solo préstamos. México no tiene dinero. El presupuesto total del Estado mexicano es de solo 6 billones de pesos, o de 23 puntos del PIB. Hay muchos médicos grandiosos aquí, pero el sistema de salud tiene grandes deficiencias. Un cierre total sería particularmente difícil debido a que, para muchas personas, si no trabajan, no comen.

Ante la situación de irracionalidad e indiferencia que vivimos, literalmente está en nuestras manos cuidarnos mutuamente bajo la idea más extensa de aceptación, de solidaridad social, es necesaria para superar este inmenso desafío. Tenemos que mantenernos unidos -metafóricamente, no físicamente- para minimizar las infecciones y el colapso económico que podría dañarnos a todos. Necesitamos prestar atención a las lecciones aprendidas por otros países que incluso tienen mejor sistema de salud y mayores recursos que nosotros pero que aun así los está sobrepasando, allí acerca de abandonar elementos del individualismo al que estamos acostumbrados y trabajar hombro con hombro frente al horror a pesar de la arrogancia nacionalista.

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