Pluma y Plomo: a 500 años del encuentro entre Cortés y Moctezuma

Fue el 8 de noviembre de 1519, cuando por primera vez se vieron las caras Hernán Cortés y el Emperador Moctezuma II. Después de vivir 15 años entre Santo Domingo y las Antillas, el capitán español conocía la cultura y de la idiosincrasia de muchos de los pueblos indígenas, lo que sirvió de insumo para su visión y su estrategia militar.

Fue cuando desembarcó en la América continental, -específicamente en las playas de lo que hoy conocemos como Tabasco- que tuvo sus primeros acuerdos con algunos caciques de pueblos mayas, el más destacable el de Centla, donde los lideres mayas ofrecieron a Cortés un cúmulo de regalos que iban desde oro, alimentos, animales y veinte doncellas, en las cuales se encontraba quien sería una pieza decisiva en la tarea de derrocar al imperio azteca; la Malinche, o Doña Marina cómo la conocerían los españoles.

El poeta y emperador del imperio azteca, mandó tres misiones llenas de obsequios para convencer a Don Hernán de no seguir adelante en su misión. Sin embargo, el capitán deseaba ver a los ojos al Tlatoani de los Mexicas y tomando los presentes de buena gana, seguía avanzando hasta llegar a las afueras de Tenochtitlan.

Fue en Huitzilan, lugar sagrado para los aztecas, -sede que aún alberga al Hospital de Jesús en el centro histórico de la Ciudad de México– donde se encontraron por primera vez, los que hoy por hoy podríamos considerar como los padres del fenómeno del mestizaje, mismo que daría paso a lo que se conocería como Nueva España y después México.

Tanto Hernán Cortes, cómo Moctezuma, creían -a diferencia de lo que pasó con los ingleses en América del Norte– que el futuro era la fusión de los pueblos para construir la nueva era que anunciaba la profecía del quinto sol. Moctezuma envistió como Tlatoani al capitán español y este a su vez se embeleso con el arte y la cultura prehispánica, es decir, ni Cortés quería el genocidio al estilo de Pizarro en las Antillas, ni Moctezuma actuaba desde la cobardía, sino desde la sabiduría ancestral de su pueblo.

Al final, y como consecuencia de compartir el gobierno -acción que, en la política es más una ilusión que algo posible- sabemos que Cortés manda apresar a Moctezuma y después de algunas batallas, incluida la que terminó en la famosa noche triste, los españoles se hacen del poder y comienza así el proceso de conquista, pero también el de fusión y amalgamamiento, en el que los pueblos indígenas también aportarían gran parte de su configuración.

En este sentido, nuestro país es producto del choque de estas dos culturas, de su mezcla racial, cultural y cosmogónica, somos producto de esa dualidad, no antagonismo ni contraposición como algunos quieren hacernos creer. En el entendimiento de la historia moderna, no hay buenos y malos, hay realidades y consecuencias, para entendernos como país, primero debemos entender nuestro origen y los elementos que lo han conformado a lo largo del tiempo, sin juicios y sin mezquindades.

El Heraldo de México, se suma a esta conmemoración, publicando el libro Pluma y Plomo” de Cristhian Duverger y Luis Barjau, que busca ahondar en la comprensión de nuestra realidad actual a partir del encuentro entre estas dos grandes personalidades que dibujaron los primeros esbozos de lo que es el retrato de nuestro país.

Otro gran paso de esta casa editorial que no sólo busca el entendimiento de acontecer actual, sino el sentido ontológico, que abarca el análisis de todas las partes que componen un universo. Enhorabuena para este pujante grupo multimedia…

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