Homilía XIV Domingo Ordinario

Qué alegría disfrutar un día más de vida. Y lo digo porque hasta hace unas horas hay quienes en partido a la casa del Padre.

La semana pasada me limité a decir que la carta de San Pablo a los Gálatas, que hoy llega a su final, es llamada “la carta de la discrepancia”. Al respecto propondré una puntual reflexión.

Pablo aborda una controversia (6, 11-13) afirmando la centralidad de la fe de aquellos que creen en Jesús (6, 14-18). La discrepancia consistía en dos asuntos: Primero, Pablo había fundado esta comunidad cristiana en Galacia cercana a la actual Turquía; pues acá llegaron cristianos venidos de Jerusalén diciéndoles que debían completar sus ritos de aceptación del cristianismo. Y segundo, Pablo afirma que por el solo hecho del bautismo se ha adquirido la identidad, la consagración y haberse revestido de Jesús. Todo esto lleva a concluir que la identidad recibida no es un muro, separar es dañino y fatal. Hay les dejo una tarea a todos los que hablan de “los hermanos separados.”

El pasaje de Isaias de la primera lectura (66, 10-14c). Este libro se divide en Isaias, DeuteroIsaías y TritoIsaías, y el pasaje de hoy pertenece al tercero. Se trata del oráculo sobre el destino universal de la salvación a la que Dios nos llama a todos. Desde el principio el Padre es fuente de todo bien, y él quiso crearnos en Jesús por la gracia del Espíritu Santo para estar con él, pero el demonio que no quiso servir tentó a nuestros primeros padres para apartarlos de Dios, por eso Jesús vino al mundo para realizar su plan de salvarnos y nos hizo mensajero de salvación pata instaurar su reino entre nosotros. Lo cual nos prepara a abrirnos mensaje del evangelio.

Te recuerdo que estamos reflexionando los domingos con el evangelio de san Lucas (10, 1-12. 17-20), que a partir del capítulo nueve narra la larga y pesada subida a Jerusalén, ocupa más de la mitad del evangelio.

El pasaje de hoy nos da cuenta, después de los doce, de los setenta y dos discípulos también enviados a evangelizar. Es el único evangelio que narra eso. Son enviados de dos en dos, porque dice el libro del Eclesiastes: “dos son mejor que uno” (4,9). Todos los enviados son enviados como Jesús fue enviado por el Padre y con poder sobre el demonio para hacer presente el reino de Dios entre nosotros. Y no se viene a servir a Dios, a la Iglesia y al mundo buscando cargos y aplausos sino amando a Dios. Se requiere se ser maduros con actitudes cristianas y fratreternas y no solo movido por los sentimientos, dependiendo cómo siento es que sirvo o no sirvo!

La mies es mucha y faltan evangelizadores, pero enamorados de Dios, fieles a Jesús y no cerrados a sus métodos, movimientos o intereses personales.

Bienvenido a la maravillosa aventura de evangelizar!

Amén, amén, Santísima Trinidad.

 

*El Autor es Profesor en la Universidad Autónoma del Estado de México.

Estudió Sacerdote y Especialidad en Bioética en U.A.E.M.

Estudió en el Seminario Diocesano de Toluca.

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Facebook: Daniel Valdez García

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